IRENE CRESPO / NANDO SALVÁ (CINEMANÍA)
- Este es el filme menos ambicioso de Steve McQueen y, a la par, el más capacitado para provocar disfrute.
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Considerando que las tres primeras películas de Steve McQueen (Hunger, Shame, 12 años de esclavitud) componen un tríptico sobre varias de las maneras que el hombre tiene de ser maltratado y llevado al límite del sufrimiento, sobre el papel la cuarta representa un desvío: es una película de atracos y por tanto, por definición, una obra diseñada para entretener.
«Lo que me interesó de esta historia fue trabajar en el género, quería hacer una película de atracos», nos contaba el cineasta. «Pero, al mismo tiempo, vi posibilidades de introducir muchos elementos en la narrativa. Por eso lo situé en el Chicago de hoy y no en el Londres de los 80. Porque Chicago es un hervidero de razas, religiones, política, criminalidad… Desde Al Capone al presente. Quería hablar de todos esos temas sin dejar de fijarme en las cuatro mujeres protagonistas», añade.
Viudas se inspira en una miniserie británica creada por Lynda La Plante, que se estrenó en la televisión inglesa en 1983: «Debía de tener como 13 años y la vi con mi madre y mi hermana. Me sentí identificado con esas mujeres en las que nadie creía. Nadie pensaba que fueran capaces de lograr algo y menos de dar un golpe. Ellas me gustaban y esa fue la primera razón para hacer la película«.
Viudas cuenta la misma historia que la serie de los 80: tres mujeres se ven obligadas a ejecutar un robo para saldar la deuda que les han dejado sus maridos, unos ladrones que murieron intentando engañar al tipo equivocado. Pese a esa premisa, eso sí, incluye menos escenas de acción de las que cabría esperar. En la película, McQueen prefiere centrarse en retratar a personas normales –pertenecientes a minorías– que hacen el mal porque están desesperadas y porque esa es su única forma de sobrevivir; gente decidida a rebelarse contra un sistema que priva del poder a todo aquel o aquella que no sea un hombre blanco.
Las protagonistas indiscutibles son Elizabeth Debicki, Cynthia Erivo, Michelle Rodriguez y Viola Davis, con quienes McQueen quiso contar por una razón: «No son las típicas actrices de Hollywood, pero son mujeres que ves cada día«, sostiene. Pero Viudas no solo explora asuntos de género y raza, también habla de fracturas familiares, religión, políticos corruptos y varias cosas más.
De hecho, la principal pega que se le puede poner a la película es que acumula material argumental suficiente para llenar una temporada televisiva entera. Nada grave, en todo caso, especialmente porque en ningún momento llega a sabotear la diversión –el relato hasta incluye un par de giros argumentales imposibles que evidencian la mano de Gillian Flynn en el guion–, ni a impedir que la narración combine expertamente la elegancia con la furia y la liviandad con la trascendencia. Si alguien es capaz de recordar otra intriga de atracos posterior a Tarde de perros (1971) con tanta chicha y a la vez tan eminentemente disfrutable como esta, que levante la mano.